No se conocen muchas obras literarias dedicadas exclusivamente al Rastro hasta el siglo XX salvo algunos sainetes. En 1697, Armesto y Casto escribió Las vendedoras de la Puerta del Rastro. Ramón de la Cruz, en el siglo XVIII, estrenó la obra teatral picaresca “El Rastro por la mañana”. López Silva y Carlos Arniches escribieron varios sainetes cuya acción se desarrolla en este lugar y estos autores tienen una calle del Rastro que lleva su nombre. Sin embargo, muchos autores desde siglos anteriores hacían referencias al mercado. Citaremos entre ellos a Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Covarrubias. En el siglo XIX, Mesonero Romanos y Fernández de los Ríos hacen descripciones del Rastro en sus obras. Pío Baroja hace un relato encantador de sus novillos escolares en el mercado.

Una pintora y escritora de Paris, aristócrata de origen ruso, Maria Bashkirtseff, hizo un viaje a España en 1881 y en su diario dedica una amplia página al Rastro de Madrid que le hizo un efecto impactante. Como es poco conocida como escritora por haber fallecido de tuberculosis a los 24 años y deseaba que su diario fuera conocido después de su muerte, dedicaremos unas líneas a su descripción personal del Rastro:


Una de las curiosidades es el Rastro; consiste en una calle ocupada por toda clase de barracas, como las ferias de los pueblos rusos, donde se halla de todo. Hay vida, animación, bullicio, bajo este sol ardiente ¡Es admirable! Estas compraventas infinitamente ricas se alojan en casas sucias, con trastiendas y escaleras legendarias; hay allí montones de telas, de tapicerías y de bordados como para volverse loca.

Esos miserables parecen completamente despreocupados; agujerean con clavos hermosas telas que cuelgan de la pared para suspender viejos cuadros; caminan sobre bordados extendidos en el suelo; muebles antiguos, cuadros, esculturas, caja para reliquias, platería, viejos clavos enmohecidos... He comprado una cortina de seda rojo salmón, toda bordada; me pidieron 700 francos y me la dejaron en 150, y una falda de tela bordada con flores pálidas de un tono lindísimo, que me dejaron por 100 centavos después de haberme pedido 20 francos.

Es una desdicha no tener un millón de francos para gastar; se amueblaría un estudio... ¡Ya con cien mil se compraría mucho!

Para quién se interesa por la historia del Rastro, estos testimonios y referencias son importantes porque aportan un testimonio sobre la evolución del mercado a través de los siglos.

 

 

 

 

En el siglo XX, exactamente en el año 1914, Ramón Gómez de la Serna publica su extensa obra “El Rastro”. Aparecerán varias ediciones sucesivas. El autor ofrece una visión muy personal del viejo mercado madrileño donde paseaba muy a menudo. Su prosa es poética, un poco hermética, y refleja el mundo interior del escritor dentro de este otro mundo que es el Rastro. En 1961, el cineasta Carlos Saura hizo fotografías en blanco y negro para ilustrar el libro de Gómez de la Serna. Estas fotografías también ofrecen una visión artística muy original del mercado.

Antonio Corral y Luis Carandell en 1984 publicaron una obra en común “El Rastro”.

Félix Moneo Santamaría en su libro “Conocer el Rastro” publicado en 1985 hace un estudio muy interesante de la historia del Rastro, pero muestra desprecio por los artesanos de la Plaza de Cascorro llegados en los años 70 del siglo XX. Desea una remodelación completa del Rastro. Defiende los intereses de los comerciantes que abren en domingos y festivos. Y curiosamente, ofrece a profusión fotografías, grabados y dibujos de los puestos desde el siglo XIX hasta hoy para mostrar el carácter genuino del Rastro.

Nos gustaría recomendar una obra histórica más que literaria, publicada en 1996, “El Rastro” de Mª Isabel Gea Ortigas que, a nuestro entender, es la más completa de todas a pesar de ser editada en libro de bolsillo. Es el fruto de la búsqueda incansable de una gran conocedora de la Villa de Madrid que pone a nuestro alcance un estudio preciso del Rastro desde sus más lejanos orígenes hasta hoy.