El Rastro es Patrimonio Cultural del Pueblo de Madrid. Así lo declara la Ordenanza del año 2000 actualmente en vigor que regula el Rastro de domingos y festivos y se refiere únicamente a la venta de los puestos desmontables que son la esencia de este mercado madrileño. El Rastro no es patrimonio del Ayuntamiento de Madrid. Sus sucesivos alcaldes no deben remodelarlo constantemente ni desplazarlo a su antojo cuando molesta sus proyectos urbanísticos. Su obligación es protegerlo con una seguridad ciudadana adecuada para los más de 100.000 visitantes que a él acuden cada vez que se celebra.

Plaza del campillo del nuevo mundo

El Pueblo de Madrid considera el Rastro como mercado emblemático de su ciudad y quiere conservarlo en su estado tradicional, es decir en la zona de la capital que siempre le correspondió, en su aspecto natural y espontáneo, en su desorden encantador, en sus días de domingos y festivos.

Es un mercado céntrico, de fácil acceso, a pie, en Metro o en autobús. Quien pasa por Madrid se reserva una mañana festiva para ir al Rastro de 9 a 15 horas. El público pasea, compra lo imprevisto junto con lo que busca, regatea un poco, va a beber un chato de vino con tapas en los bares de la zona y se muestra siempre alegre bajo el sol o la lluvia porque durante unas horas está en un mundo atractivo y diferente.