Es difícil describir con exactitud las etapas y los cambios históricos del Rastro. Apuntaremos aquí las etapas conocidas a través de los documentos y testimonios recopilados hasta nuestros días.

En los siglos XV, XVI y XVII, ropavejeros, mataderos y tenerías con los curtidores de pieles se asentaron en este barrio de las afueras de la Villa de Madrid y pronto fomentaron un comercio activo (Orígenes del Rastro).

En 1497 se abrió el primer matadero municipal que durará poco tiempo: el Matadero Viejo.


Será remplazado por otro más abajo el “matadero abajo”en el Cerrillo del Rastro. Queda dibujado en el Plano de De Wit hacia 1635 (posiblemente elaborado en 1623).

 

En 1650, el matadero del Cerrillo del Rastro estaría reconstruido y muy bien anotado en el Plano de Texeira de 1656 (Documentos y Planos antiguos).

 

En 1669, otro matadero antiguo cercano a la Puerta de Toledo se reconstruyó y amplió para degüello de carneros, vacas, cabras, incluso toros lidiados y matados en las corridas. El matadero del Cerrillo del Rastro empezó a dedicarse a la matanza exclusiva de cerdos. Curiosamente, los dos mataderos repetidamente remodelados o ampliados subsistieron hasta el año 1928, fecha en la cual fueron trasladados al Barrio de Legazpi donde se inauguró otro nuevo.

 

Por lo cual en la mitad del siglo XVII, de punta a punta del barrio, se juntaban los negocios de la carnicería y curtidos de pieles con fabrica de zapatos, correajes, bastos y monturas, además de otros comercios de ropa, fábricas de productos derivados del sebo (velas, cirios y candelas).

 

Al final del siglo XVIII, empezaron a instalarse también vendedores de productos comestibles, tahonas, enseres y trastos de todo tipo, herramientas, quincalla e incluso objetos robados. Los nuevos puestos invadían la Plazuela del Rastro y la Ribera de Curtidores; luego vino una orden del Concejo que alejó las tenerías de la zona para evitar la contaminación del agua del río. Es justamente cuando ellos empiezan a desaparecer que el nombre de Ribera de Curtidores aparece en el Plano de Chalmandrier (Ribera de Courtidores) en 1761 y en el Plano de Espinosa realizado en 1769. (Documentos y Planos antiguos).

 

En el siglo XIX, llegaron los chamarileros, las almonedas, los anticuarios, las tiendas de compra-venta de muebles y objetos de valor, prendas y alhajas, los comercios de libros antiguos. También se organizaron los Bazares y las Galerías. Poco a poco, el Rastro se separó del matadero y adquirió un aspecto diferente al de sus orígenes. Durante la semana, el matadero siguió activo, rodeado de todo tipo de venta. El domingo por la mañana, los puestos desmontables se instalaron cada vez más numerosos, lo que atrajo a muchos madrileños y viajeros. Este mercado espontáneo y desordenado de cosas de valor en medio de enseres de todo tipo provocaba entre sus visitantes una búsqueda del tesoro. En 1861, Mesonero Romanos lo describe en su obra El antiguo Madrid en 1861. En 1876, Fernández de los Ríos en la Guía de Madrid habla del Rastro de los domingos por la mañana donde se venden cosas antiguas “de mérito” en medio de desperdicios.

 

En varias ocasiones (1854, 1885 y 1933), se trató de trasladar el Rastro de los puestos desmontables a otra parte. Pero nunca fue posible. El mercado siguió en su sitio.

 

En el siglo XX hasta los años 70, el Rastro de los domingos y festivos se parece mucho a la descripción del mercado diario hecha por Mesonero Romanos. También se parece a lo que cuenta Fernández de los Ríos del mercado de domingo y a las fotografías y grabados de la época con puestos desmontables en la Plaza de Cascorro y Ribera de Curtidores. La venta se extendió rápidamente alrededor de los mataderos del Rastro y de la Puerta de Toledo, tanto en la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo como en el suelo de las aceras de las calles de todo el barrio. Durante los días laborables siguieron colocándose muchos puestos permanentes.

 

En 1902, el soldado Eloy Gonzalo, hijo de la Inclusa de Madrid, fue declarado héroe por su lucha en las casas de Cascorro en Cuba y el Rey Alfonso XIII erigió una estatua en su honor en la Plazuela del Rastro a la altura de la salida de la Calle de la Ruda. A pesar de que la plaza tomó unos años después el nombre de Nicolás Salmerón, esto no lo quiso saber nadie. La Plaza se llamó Cascorro y ... ¡su héroe también! Se aceptó oficialmente este nombre en 1941 con la placa correspondiente. La plaza de Cascorro con su estatua así como la Ribera de Curtidores son ahora el lugar más emblemático del Rastro.

 

En 1905, se derribó el “tapón del Rastro”. La manzana triangular de estas viejas casas, con la estatua tan cercana, molestaba el paso de la gente. Con esta operación desaparecieron la calle San Dámaso y la calle del Cuervo que la rodeaban y la Plaza quedó ampliada hasta la Calle de San Millán y la Calle del Duque de Alba.

 

En 1928, los dos mataderos de la zona fueron trasladados al barrio de Legazpi y en el solar del Cerrillo se construyó la Tenencia de Alcaldía de la Arganzuela separando así la Plaza de Cascorro de la Plaza del General Vara del Rey. Este edificio bastante grande será inaugurado por el Ayuntamiento como Escuela Mayor de Danza a principios del siglo XXI.

 

A partir de los años 70, muchos artesanos se acomodaron en la plaza de Cascorro y atrajeron a bastante público.

 

En 1984, el Ayuntamiento de Madrid empezó un plan de reducción drástica del Rastro que continuará los años siguientes. Se prohibieron puestos en muchas calles el domingo y los que tenían todavía un carácter permanente durante la semana se quedaron confinados en un tramo de la Ribera de Curtidores entre la calle de la Ruda y la Calle Mira el Sol de martes a sábado (Boletín del Ayuntamiento de Madrid del 27 de diciembre de 1984).

 

En 1988 y 1989, el Ayuntamiento de Madrid remodeló el Rastro reduciendo otra vez en gran manera los puestos e imponiendo contribución anual a los vendedores que obtuvieron un permiso, siempre provisional y a renovar. Quedaron un poco más de 1.700 puestos.

 

En los años 90, se eliminaron definitivamente los puestos permanentes que se montaban de martes a sábado. Esta acción se hizo a petición de muchos comerciantes de tiendas.

 

En el año 2000, una Ordenanza actualmente en vigor sometió a todos los vendedores llamados “ambulantes” de puestos desmontables en el Rastro de domingos y festivos.
El Rastro desde el siglo XVII hasta nuestros días fue un barrio de gran actividad y comercio que los madrileños así como los forasteros de muchas partes frecuentaban asiduamente a pesar de los inconvenientes derivados del ruido, del desorden, de los olores, de los pícaros y ladrones, incluso de la falta de higiene. Y durante siglos, el Rastro guardará esta contradicción que le pertenece.

 

El matadero y la caseta

De Wit


 

El matadero y la caseta Texeira


Cerrillo del Rastro, matadero y Ribera de Courtidores (sic) Chalmandrier


El matadero del Rastro y Rivera de Curtidores (sic) Espinosa


Eloy Gonzalo "Cascorro"


   

El Público fiel